El Mictlán en nuestra ofrenda
Así somos, somos
mortales,
De cuatro en
cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos
de irnos,
Todos habremos
de morir en la tierra…
-Nezahualcóyotl
Íbamos atravesando mi
abuelo y yo el camino que nos llevaría al Mictlán, hay unos señores que vienen
de no sé dónde los cuales hablan una lengua distinta a la de nosotros, dicen
constantemente que debemos de aprenderla para comunicarnos con ellos,
castellano le nombran, pero prefiero quedarme con mi tlajtoli que es el Nahuatl. Mis padres me la enseñaron, además así
mis amigos y yo muchas veces nos reímos de esos que dicen querer conquistarnos.
Insisten que nuestro sagrado andar al Xiomoayan es el infierno, no saben que
pasar por ahí nos dará la dicha de alcanzar una obsidiana de los muertos, sí,
se me olvidaba decirles que mi abuelo Mixcóatl y yo, estamos muertos desde hace
tres días y nos falta uno para llegar al final del camino, llevamos ofrendas
para nuestros señores que reinan el recinto de los muertos Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl,
ellos nos enviaran a una de nueve regiones, donde permaneceremos un periodo de
prueba de cuatro años antes de continuar nuestra vida en el Mictlán y llegar
así al último piso, que es el lugar de nuestro eterno reposo.
Me tomé el sábado de
forma obligatoria para visitar una ofrenda que me acercaría a esa historia que
en mi mente se elaboró del hijo de Quetzalcóatl con su abuelo Mixcóatl. La
indicada fue la ofrenda de Metepec. Las ofrendas tienen el objetivo de darle a
los fieles difuntos la oportunidad de regresar un día a casa. Las mesas
repletas de una imagen estilo barroca a los ojos de cualquiera, son una fiesta
cultural, tanto que son apreciadas no solo en México sino alrededor del mundo,
catalogándonos como únicos por tener un gesto magnífico de recordar a nuestros
familiares y seres queridos de esta manera.
Resulta que los
invitamos a cruzar el inframundo o Xiomoayan para que se sientan consentidos
consumiendo sus platillos favoritos elaborados por sus hijos, nietos, bisnietos
o tataranietos. También, es un acercamiento a lo que representamos como
sociedad: unión, respeto y amor, el mexicano es un ser humano invadido de amor
en su alma, por eso somos gente abierta y cálida, porque nos gusta querer con
cada una de nuestras partes. Dicho lo anterior, la ofrenda que se elabora en el
Municipio, es dignamente un atractivo visual que debería de ser visitado por
todos.
Desde el inicio de las
escalinatas, volteando con una admiración sobresaliente, me puse a pensar su
longitud y es que parece casi interminable desde abajo, se encuentran al
principio copal, fruta, verdura, cráneos y veladoras, todo rodeado de hermosas
flores de cempasúchil con ese color naranja que a cualquiera cautiva
profundamente. Un poco más adelante se halla un tipo de cementerio con 11 cráneos
que son capaces de quitarle al aliento a cualquiera por ser tan impresionantes.
Pasos después del
cementerio, llegué al clímax –si así podría llamarle- de la ofrenda, una
catrina perfectamente dibujada con materiales naturales como el maíz y granilla
de mármol. De un color morado resalta su vestido, acompañada de un rojo casi
anaranjado simulando un rebozo que la resguarda claramente de cualquier viento
poderoso. El diseño de flores de cempasúchil, una de tamaño imponente debajo de
sus pies y las otras rodeando su delicada figura. No sin olvidarme, por
supuesto, del hermoso sombrero que pretende cubrir su sensible cabeza.
La ofrenda culmina con
una calavera y finalmente en el fondo se ubica un esqueleto que parece la
figura de un Dios antiguo, tal vez el mismo Mixcóatl que resguarda con mucha
precisión a los pobladores metepequenses. El genio detrás de todo es el
artesano proveniente de Huamantla, Tlaxcala José María Hernández Fernández.
Con ojos de turista, me
enamoro constantemente de lo que tenemos en nuestro país y mejor aún en
nuestros pueblos cercanos a la ciudad. La creatividad que emanan nuestros
paisanos es fascinante y sería un agravio no apreciarla y sobre todo,
presumirla. La ofrenda se expondrá hasta el 7 de noviembre y espero que cada
uno de ustedes se prepare para caer en las redes del encanto que de ella sale.
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