Santuario
Desde niña he sentido
una atracción profunda por el bosque y lo que surge de él, mi corazón se deja
envolver siempre entre el viento que de los pinos sale y me acaricia la cara.
Disfruto sentirme pequeña entre la naturaleza, afirmo que soy solamente una
micro parte del mundo y emerge de mí un eterno respeto hacia ella. Les hablo
del Santuario de la Mariposa Monarca en Valle de Bravo, ese destino considerado
como la estrella para la Secretaría de Turismo del Estado.
La primera vez que pise
el lugar, quisiera decir que me causó impacto y me dejó estupefacta, sin
embargo fue todo lo contario. Desde la entrada, existe una cabaña en un estado
poco acogedor, en ella, están habitantes del pueblo para servir con platillos
típicos a los visitantes, hay una variación entre quesadillas de huitlacoche,
flor de calabaza, rajas con queso y hongos, claro, las hierbas son lo que más
permean en el sitio por el tipo de vegetación que rodea el lugar. Los precios
evidentemente, me parecen sumamente bajos para ser la principal fuente de
ingreso de las cocineras, porque naturalmente, no encontré ningún hombre en la
preparación de los alimentos.
Con apariencia
enteramente rustica, la cabaña se llena de humo de leña y da la bienvenida o en
su mejor caso, la despedida a los visitantes del Santuario, ya que comúnmente,
los que se detienen a comer son los que bajan del recorrido en la montaña. El
ambiente externo es frío, a pesar de que el pueblo típico más cercano es
frecuentado por su clima caluroso. Desde mitad del mes de noviembre inicia la
temporada de mariposas que emigran más de cuatro mil kilómetros desde Canadá para
evadir el frío que congela hasta la última parte de su diminuto cuerpo, sus
alas se hielan fuertemente y se rompen, así que prefieren recorrer lo que sea
necesario para salvarse. Para ellas una temperatura de -5° no es nada
comparable con uno de -20° y se regocijan ante unos pocos rayos de sol que
traspasan las ramas de los árboles que parecen ser de tamaños infinitos.
México es uno de los
países con una riqueza natural fascinante, podría decirse que el mundo entero
nos envidia por ello, no obstante, hemos sido poco cuidadosos de los recursos
con los que contamos y en lugar de protegerlos y conservarlos, los explotamos
para obtener un ingreso económico de ellos, lo cual es a mí parecer, una manera
de prostituirlos. El Estado por su parte, es uno de los sitios con mayor
porcentaje de hectáreas de bosque en el país y tan solo en el año pasado, se
talaron setenta mil. Las mariposas sin dudarlo, padecen el tan lamentable hecho
de no poder arribar como antes lo hacían porque sin la misma cantidad de
árboles, aumenta el calor y minimiza el oxígeno puro, provocando que el espacio
sea casi inhabitable para ellas.
Mientras estaba ahí, me
sugirieron tomar un recorrido a caballo por la montaña hasta llegar a la altura
en donde la mayoría de los insectos se establecen, más allá de que los caminos
se encuentran en condiciones deplorables y poco seguras, los caballos son
forzados a trabajar por horas incongruentes que afectan su estado de salud y
provocan la crianza masiva para que existan más aunque duren poco. El precio
que se paga por él, tampoco es el adecuado, haciendo que las ganancias sean
insuficientes para el cuidado de los animales y las vías de acceso.
El contar con la gloria de ser un destino elegido por una fauna preciosa como las mariposas, debería exigirnos mayor cuidado a nuestros bosques, lo cual es considerado por ellas como su segunda casa por cinco meses, siendo hasta el mes de marzo el mes en el que regresan a casa y sobre todo, debería motivarnos a crear mejores programas de capacitación para los que se dedican a este tipo de turismo mal calificado como ecológico. ¿Hasta cuándo verdaderamente la SECTUR tratará como estrella a su mal nombrado “Santuario”?
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